Helena Rodríguez | Jon Garay
Miércoles, 28 de mayo 2025, 07:34
A Elon Musk se le acumulan los problemas. Tras dejar la Comisión para la Eficiencia Gubernamental -más conocida como Doge; lo que Javier Milei bautizó ... como la «motosierra»- para dedicar su tiempo a reflotar Tesla, el magnate ha visto cómo su periplo espacial parece haber entrado en barrena. Al menos en lo que toca a la joya de la corona, la Starship, el cohete más grande y potente jamás construido, y clave para llegar a Marte.
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El coloso de 123 metros de altura despegó anoche a las 18.37 horas (01.37 hora española) desde la base de Space X en Boca Chica, Texas, convertida desde hace unos días en municipio. Era su noveno vuelo de prueba. Y, como en cinco de esos ensayos pasados, explotó. Es la tercera vez que ocurre de forma consecutiva. En esta ocasión, el estallido ocurrió pasada la media hora, cuando la Starship propiamente dicha -la parte superior del cohete, donde van la carga y, en el futuro, la tripulación- comenzó a girar de forma descontrolada y acabó desintegrándose en la reentrada en la atmósfera. Al menos logró llegar a una trayectoria suborbital, algo que no se había conseguido en la séptima y octava tentativas.
«Starship experimentó un desmontaje rápido e imprevisto. Los equipos continuarán revisando los datos y trabajando para nuestra próxima prueba de vuelo», explicó la empresa en X. «La nave espacial logró apagar los motores a la hora programada: ¡una gran mejora con respecto al vuelo anterior! Además, no hubo pérdida significativa de placas del escudo térmico durante el ascenso. Las fugas provocaron la pérdida de presión del tanque principal durante la fase de planeo y reingreso. Hay muchos datos útiles para revisar», añadió el propio Musk.
Poco antes de la explosión, también había fracasado el despliegue de ocho maquetas de los satélites de nueva generación de Starlink, la red de conexión a internet satelital desplegada alrededor del planeta. Habría sido la primera vez que la nave liberaba carga útil. Sin embargo, la compuerta -un mecanismo que la propia empresa compara con los dispensadores de pez- se atascó. El estallido impidió también poner a prueba la resistencia del escudo térmico que debe permitir al artilugio soportar los 3.000 grados de temperatura que se experimentan al atravesar la atmósfera de regreso a la Tierra.
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Antes, la etapa propulsora -el SuperHeavy- había corrido la misma suerte que la Starship. Tras separarse de esta pasados dos minutos del despegue, debía cambiar de dirección y aterrizar sobre una plataforma situada en el Golfo de México -en esta ocasión se había renunciado a que fuera cazada al vuelo por el Mechazilla, la enorme garra robótica instalada en la torre de lanzamiento para agilizar la reutilización del cohete-. La nota positiva en este caso es que este 'booster' ha sido reutilizado por primera vez tras haber despegado en el séptimo ensayo.
El fracaso, no obstante, no cambiará el calendario de lanzamientos previsto por la compañía: «La cadencia de lanzamiento para los próximos tres vuelos será más rápida, aproximadamente uno cada 3 o 4 semanas», confirmó el empresario.
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