«Las ficciones hoy no tienen necesariamente origen humano»

Nuestra época asiste a una revolución silenciosa, incruenta, pero no menos relevante que otras anteriores. «Por primera vez en la historia, la creación de ficciones no resulta una facultad exclusiva de los seres humanos, sino que también pueden construirse por algoritmos generados por la inteligencia artificial», asegura el escritor Jorge Volpi. Algunas consecuencias de este cambio resultan perturbadoras: «Con la herramienta del DeepFake resulta complicado distinguir aquella ficción creada sin elementos extraídos de lo real, y esa circunstancia genera ansiedad e inquietud». El autor es el protagonista de un nuevo encuentro del Aula de EL CORREO, que tendrá lugar hoy, a partir de las 19.00 horas en la Biblioteca de Bidebarrieta de Bilbao. La charla cuenta con el apoyo de la Editorial Alfaguara y BBK.

La facultad de urdir historias es el eje de 'La invención de todas las cosas', un ensayo recientemente publicado con el que el narrador mexicano nos guía por el pasado, aborda el presente del hombre y aventura el futuro. «La ficción es la manera con la que nos enfrentamos a la realidad», arguye, y explica que la palabra proviene de la raíz latina 'fingere', verbo que alude a modelar arcilla. «Porque nosotros también modelamos la realidad a través de la ficción. Nuestro cerebro elabora una interpretación de lo que le llega a través de los sentidos y si añadimos el lenguaje se convierte en narración».

El viaje que nos propone Volpi parte del 'big bang' y llega hasta el posible fin del universo tras abordar las inquietudes de nuestro tiempo. El escritor nos advierte de que la ficción es una construcción en torno a la realidad que puede contener una mentira si existe la intención de pergeñarla. «Lo que es significativo de esta época es la posverdad, las 'fake news', la sensación de que la verdad no es importante, que depende del relato, más importante. Es algo que resulta evidente en los discursos políticos de personajes como Trump».

La realidad siempre se nos ha escapado, indica el autor. «Cuando las ficciones, tan complejas y desasosegantes, nos sobrepasan, acudimos a las contrarias, es decir, regresamos a la verdad teológica y absoluta, a los populismos», señala. Proporciona así la razón por la que hoy millones de personas están dispuestas a creer ciegamente en el mensaje de un caudillo. En el libro afirma que «en un entorno frío y vacuo, uno acepta la ficción más disparatada, Dios, para empezar, con tal de ser admitido en el grupo y obtener una mínima certeza frente al caos y la incertidumbre».

La proliferación de ficciones es otra característica de nuestra época. «Estamos rodeados de ellas, pero lo novedoso es que ocupen buena parte de nuestro tiempo porque todos vamos con ordenadores de bolsillo», aduce. «Podemos crearlas y recibirlas continuamente». Esta circunstancia podría hacernos creer que ya somos seres híbridos, tal y como defienden los científicos, cuando lo cierto es que siempre ha sido así según el conferenciante. «Estamos hechos de materia e ideas generadas», desliza.

En este entorno actual tan complejo aboga por un cambio. «El ser humano es propenso a crear ficciones en las que se justifican sus tendencias violentas, mientras que yo soy partidario de acentuar la ficciones que defienden que todos pertenecemos a una misma especie y que merecemos el derecho y la oportunidad de ser felices», concluye.

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