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Raúl Canales
Martes, 10 de junio 2025, 22:05
Se acaba San Juan pero nos queda el Mirandés era la frase más repetida este martes en la ciudad. Y es que apenas hay dos ... días para recuperar fuerzas y cambiar de indumentaria. La blusa volverá al armario y tocará sacar la camiseta rojilla para animar en la vuelta del play off.
Las dos cosas que más unen a todos los mirandeses se han dado este año la mano de una forma especial. El pregón lo dio Alfredo de Miguel, La Morocha ha sido casi el himno oficial, las conversaciones sobre fútbol han estado siempre presentes en las cuadrillas, las charangas han tenido que incluir en su repertorio algunos de los temas que se escuchan cada domingo en las gradas, el desfile compartió protagonismo con el partido en Santander y ahora todos confían en que el bombo vuelva a sonar mañana, pero esta vez en Anduva y para acompasar los goles locales. Sería el mejor epílogo a unas fiestas muy rojillas.
La amenaza de lluvia hizo que muchos sanjuaneros dudaran en si cruzar una última vez el puente para sumergir el bombo en el Ebro hasta el próximo año. Algunos no hacía tantas horas que habían hecho ese recorrido a la inversa porque la verbena de los romeros se les alargó. Solo hacía falta ver los ojos cansados de los presentes, que en vez de buscar sombra como en las jornadas presentes, trataba de buscar sitio en los bancos de la plaza. Pero a una de las fiestas más calurosas de los últimos años, la lluvia decidió respetarla hasta el final. Los nubarrones que teñían de gris el cielo no invitaban a ser muy optimista, pero los sanjuaneros pudieron decir adiós sin necesidad de paraguas. Por si acaso, las vueltas se hicieron a paso ligero.
«Hemos acabado sudando», bromeaban Luisito y Henar nada más acabar un recorrido en el que no dejaron de saludar en ningún momento. «Parecemos el Papa, que va moviendo siempre la mano. A mucha gente la conocemos, a otros les hemos conocido estos días y también hay muchos que no sabemos quienes son pero devolvemos el cariño», aseguraban los dos sanjuaneros, con la sonrisa en la boca pero sin ocultar la pena que sentían por poner fin a su reinado. «Estamos agotados pero han sido unos días increíbles que no vamos a olvidar nunca», admitían.
Sacando fuerzas de donde ya no les quedaban, aporrearon la maza por última vez. Quisieron hacerlo con el mismo entusiasmo que en el bombazo, pero «ya no podemos; lo hemos dado todo». Aunque aún es pronto para hacer balance y será con el paso de los días cuando sus cabezas ordenen todo lo vivido, tanto los sanjuaneros adultos como los infantiles coinciden en señalar que la experiencia ha sido aún más bonita de lo que esperaban y que les ha permitido vivir las fiestas desde una perspectiva diferente a la habitual. Sin duda, repetirían, «aunque hemos perdido peso por el calor», bromeaban.
Como es tradición, varios centenares de personas se dieron cita para ver como el bombo se sumergía otra vez en el río, la gran mayoría ya sin la indumentaria de sus cuadrillas y alguno ataviado con la camiseta del Mirandés, la que este miércoles lucirá toda la ciudad. La cuenta atrás para escuchar otra vez las charangas recorrer la ciudad ha comenzado, aunque el jueves en Anduva se juega la prórroga de las fiestas.
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